Blog de Valentina Oropeza

Ilich Ramírez conversa sobre sus expectativas frente al primer juicio por víctimas civiles de sus atentados, en noviembre de 2011. También sobre su relación con Hugo Chávez.

Eduardo terminó preso en una comisaría en Caracas por una discusión callejera. Pensó que nunca saldría de allí.

Chagid Bacha emigró de Caracas a Beirut en 2015. Cinco años después, una explosión en la capital libanesa visibilizó un colapso similar al de Venezuela.  

Un manifestante es apaleado por la Guardia Nacional venezolana en una protesta. Militares intentan llevárselo de la emergencia del hospital, pero los médicos y las enfermeras se oponen.

A las cinco de la tarde se fue la luz en la oficina. Y en el edificio, en la cuadra, en Caracas. En 22 de 23 estados de Venezuela. No volvió al día siguiente ni el día después. Nadie sabía por qué.

El doctor José Francisco Mata extirpaba el tumor y el ojo, cuando se fue la luz en Caracas. El quirófano quedó a oscuras.

Manuel Delgado Díaz trabajó durante 31 años en PDVSA. Terminó vendiendo hasta sus libros para comer cuando se jubiló.

Al activista por los derechos humanos Luis Carlos Díaz se lo llevaron preso, acusado de provocar el primer apagón nacional de Venezuela. Su esposa salió a buscarlo, sin tener idea de dónde estaba. Ni cómo.

Una mujer indígena se me acercó y me invitó a su casa. En la sala estaban sus cinco hijos. “Llévate a ella”, me dijo. Señaló a una niña de ojos tristes. “No puedo darle de comer a todos”.

Entramos al campo de refugiados somalíes de Kobe, en Etiopía. Unos niños se nos echaron encima. Se juntaron, les tomé una foto y se las mostré. Gritaron de alegría. Mohamed, mi traductor, me dijo que en el desierto no hay espejos. Nunca habían visto sus reflejos.