Valentina Oropeza

Historias

Carlos el Chacal regresa al banquillo

Este texto fue publicado originalmente en el diario venezolano El Nacional el 6 de noviembre de 2011
Fotografía: Extraída del portal Question Digital

Lunes 29 de marzo de 1982. El tren de alta velocidad Le Capitole, que cubre la ruta París-Toulouse, lleva 7 minutos de retraso. Ya son las 8:40 de la noche y los pasajeros que se dirigen a la ciudad de Limoges miran el reloj con impaciencia, mientras avistan la estación desde sus ventanas. Repentinamente, se escucha un estruendo sordo. Nadie entiende lo que ocurre, pero todos parecen estar bien. Todos menos los viajeros del vagón 18.

Aunque marchaban a 140 kilómetros por hora, el conductor logró frenar el tren sin salirse de los rieles. Al bajarse, los pasajeros descubrieron que una explosión había destruido la mitad del segundo vagón, el mismo que el entonces alcalde de París, Jacques Chirac, tomaba cada semana excepto aquella tarde, cuando un colaborador le ofreció trasladarlo en un avión privado.

Humo espeso, gritos desgarradores, personas ensangrentadas caminaban como zombies. El coche 18 de Le Capitole expulsó de todo, incluso 2 cuerpos que quedaron atrapados en los cables de la línea eléctrica al lado de los rieles. Un par de días después, la edición de Le Monde detalló que una enfermera y un médico que viajaban a bordo no encontraron kits de primeros auxilios, así que limpiaron las primeras heridas con el whisky que servían en el vagón-restaurante. En este atentado murieron 5 personas: Jaques Combret (29 años de edad), Bernard Novelle (45 años), Louise Sainville-Hermine (72 años), Jean Pierre Calin (62 años) y Marie-Claire Bardon (47 años), hermana del ex ministro de Economía y Finanzas francés Jean Pierre Fourcade. Otras 27 personas resultaron heridas. La explosión no provocó más víctimas porque los 7 minutos de retraso impidieron que la bomba colocada en el tren estallara en la estación de Limoges.

Al principio se barajaron tres hipótesis: el transporte clandestino de explosivos, un accidente en la maquinaria del tren o un ataque perpetrado por Carlos, un militante del Frente Popular para la Liberación de Palestina que días antes amenazó al Estado francés para exigir la liberación de Magdalena Kopp y Bruno Bréguet, compañeros de lucha. Ambos fueron capturados el 16 de febrero de aquel año, mientras trasladaban cinco kilos de explosivos.

Ilich Ramírez Sánchez fue líder de las Juventudes Comunistas del Liceo Fermín Toro de Caracas en los años sesenta y pisó Venezuela por última vez en enero de 1970. Cinco años después se convirtió en emblema del terrorismo internacional, cuando comandó el secuestro de once ministros de Energía que se reunieron para la Cumbre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo en Viena. Escogió “Carlos” como su nombre de lucha y un periodista del diario británico The Guardian lo bautizó como “el Chacal” porque en un apartamento que Ramírez habitó en Londres se encontró un ejemplar de la novela El día del Chacal, del escritor Frederick Forsyth.

Además del atentado contra el tren Le Capitole, Ramírez será juzgado desde mañana por otros tres atentados. El segundo fue la explosión de un vehículo en la calle Marbeuf de París, a pocos minutos de los Campos Elíseos, donde murió 1 persona y 63 resultaron heridas. Los otros 2 ataques se registraron el 31 de diciembre de 1983: casi simultáneamente estallaron sendas bombas en la estación de trenes de Saint Charles de Marsella, donde fallecieron 5 personas, y en el tren de alta velocidad entre Marsella y París, cerca de la ciudad de Tain L’Hermitage, donde murieron 2 pasajeros. Alrededor de 70 personas fueron heridas aquel fin de año.

En vista de que el concepto de terrorismo no existía en la legislación francesa en la época en la que se cometieron los atentados, Ramírez será acusado esta vez por los delitos de destrucción y degradación de inmobiliario público con sustancias explosivas, con el agravante de que los atentados causaron la muerte de 13 personas e hirieron a 161. El juicio comenzará mañana y la sentencia final se emitirá el 16 de diciembre.

Aunque ya cumple una condena por cadena perpetua, este proceso puede cerrar definitivamente el candado de su celda e impedir un eventual pedido de libertad condicional por parte de su defensa, así como la posibilidad de que prospere una negociación política entre el Estado venezolano y el francés para decidir su repatriación.

El quiebre del mito

El 22 de abril de 1982, a las 9:30 de la mañana, estalló un Opel con matrícula austríaca en la calle Marbeuf de París. Justo a esa hora comenzaba el juicio contra Bréguet y Kopp, en el que fueron condenados a 5 y 4 años de prisión respectivamente. Ese día, los caminos de Ilich Ramírez y el abogado Francis Szpiner se cruzaron por primera vez. Szpiner participó en aquel juicio como representante del funcionario que detuvo a Bréguet y a Kopp. Luego del estallido del carro bomba, fue testigo de un operativo de seguridad inédito en el Palacio de Justicia para garantizar la integridad de los demandantes y del personal administrativo de los tribunales. En ese momento decidió que perseguiría a Carlos hasta verlo tras las rejas.

Especializado en legislación antiterrorista, Szpiner también defendió a las familias de los 2 agentes franceses de contraespionaje asesinados por Carlos en 1975, en el caso por el que fue sentenciado a cadena perpetua en 1997. A partir de mañana volverá a enfrentarse a él como abogado de los 16 querellantes que lo demandan por los atentados de 1982 y 1983. El grupo de demandantes está integrado por víctimas directas de los ataques, familiares de ellas y la Federación Nacional de Víctimas de Atentados y Accidentes Colectivos de Francia, una organización no gubernamental que ha prestado asistencia a los afectados y ha colaborado en la elaboración del expediente contra Carlos.

Szpiner indica que este juicio no tiene gran valor penal porque ya Ramírez recibió la máxima condena que establecen las leyes francesas. Le atribuye, más bien, una “función pedagógica” por las lecciones que puede ofrecer. “Creo que se logrará la desmitificación de Carlos porque este tipo de procesos se propone demostrar que los terroristas son asesinos que no pueden legitimar lo que hacen. Es hora de despojarlos de las máscaras y evidenciar que son criminales como cualquier otro”.

El abogado francés dejó de considerar a Ramírez un personaje legendario en el juicio de 1997. “Tenemos la imagen de que es un terrorista romántico, con un aire al Che Guevara de los afiches que colgamos en la habitación. Hace 14 años yo esperaba encontrarme con un gran revolucionario y al final se comportó como un ladrón de gallinas. En aquella ocasión no asumió sus actos, se refugió en la organización, en una especie de entidad colectiva que era responsable por lo que hizo, cuando en realidad él mató a los policías e hirió a otro investigador con sus propias manos para escapar”.

En vista de que la sentencia de Ramírez no establece un plazo mínimo de cárcel para solicitar la libertad condicional, Szpiner advierte que este juicio es una oportunidad para que Carlos demuestre que está listo para reinsertarse en la sociedad, después de haber estado 17 años en prisión: “O nos encontramos con un hombre que ha pasado la página, y por tanto nosotros también podemos pasarla y permitirle que se vaya a casa; o nos enfrentamos a un hombre que mantiene su peligrosidad intacta y sigue siendo una amenaza. En mi opinión, es allí donde radica el valor subliminal de este proceso”.

El salvavidas de la repatriación

Isabelle Coutant-Peyre es la abogada defensora de Carlos y la tercera esposa con la que ha contraído matrimonio por el rito musulmán. Desde su despacho en el bulevar Sant Germain, descarta la posibilidad de que un juez francés le conceda a su cliente la libertad condicional.

El núcleo de su alegato radica en que la detención de Carlos, el 15 de octubre de 1994, se ejecutó en Sudán sin una orden de captura internacional, y por tanto todas las causas sancionadas en su contra por la justicia francesa serían ilegítimas. La abogada considera que la única salida posible para Ramírez es que el Gobierno venezolano solicite su extradición. “Desde el momento en que Francia secuestró a Carlos en Jartum, Venezuela tiene el derecho de pedir su repatriación. Ningún responsable político venezolano ha hecho nada para que él regrese a su país. A pesar de las declaraciones que han ofrecido el presidente Hugo Chávez y el canciller Nicolás Maduro, nunca nos han brindado ningún apoyo”, precisó.

En 1999, Chávez le respondió una carta a Ramírez en la que le expresaba simpatía por su causa. Durante una reunión de delegados de partidos de izquierda celebrada en Caracas en noviembre de 2009, el Presidente dijo que el Gobierno francés “secuestró” a Carlos y que consideraba injusta su condena a cadena perpetua. “En Francia lo acusan de terrorista. Pero Carlos fue un luchador revolucionario. Yo lo reivindico”, declaró.
La abogada de Carlos denuncia que el juicio que empieza mañana es “un nuevo pretexto para bloquear su repatriación, porque le imputarán otros daños y perjuicios para impedirle volver a su país”.

Ajetreada con los preparativos de la defensa, Coutant-Peyre se ocupa también de una demanda que introdujo hace tres semanas contra el ex ministro del Interior Charles Pasqua, que reconoció públicamente haber ordenado la detención de Carlos fuera del territorio francés.

La defensora sostiene que el objetivo primordial de las víctimas es obtener una indemnización económica por los atentados. Sin embargo, Françoise Rudetzki, representante de la asociación que agrupa a los querellantes, recordó que ya los afectados recibieron compensaciones en los años ochenta.
Hoy lo que buscan es el resarcimiento moral. “Algunos de los demandantes están impacientes, otros tienen miedo, muchos quieren escuchar a Carlos explicarse, otros quieren expresar su dolor. Todos esperan que este juicio sirva para que las nuevas generaciones aprendan a afrontar mejor la amenaza del terrorismo”, detalló Rudetzky. Ninguno de los demandantes –que se han mantenido alejados de los medios de comunicación– accedió a conversar para este reportaje.

Coutant-Peyre refiere que este juicio ha tardado casi 30 años en celebrarse porque el expediente estuvo cerrado por falta de pruebas que implicaran a Carlos en los atentados. Szpiner, por su parte, alega que los magistrados antiterroristas engavetaron el caso porque Ramírez ya había sido sentenciado a cadena perpetua y no constituía una amenaza para el Estado dado que estaba en prisión desde 1994.

Francia mantuvo a Carlos separado de otros reclusos durante los primeros 8 años de detención. En 2006, la Corte Europea de Derechos Humanos rehusó condenar al Estado francés por violar los derechos de Ramírez, al considerar que su peligrosidad ameritaba medidas especiales de seguridad. Sin embargo, el tribunal cuestionó que este tratamiento haya durado tanto tiempo y llamó la atención sobre las severas restricciones a las que fue sometido. Hace 2 semanas, Ramírez hizo unas declaraciones telefónicas desde la prisión de La Santé a una emisora francesa y fue aislado. En protesta, se declaró en huelga de hambre durante 10 días. Una vez levantado el castigo, regresó a la celda donde dispone de una vieja computadora para leer el dossier de instrucción y preparar el juicio que podría frustrar definitivamente su intención de volver a pisar Venezuela después de 41 años.

 

Entrevista a Ilich Ramírez, Carlos el Chacal

 

Dos semanas antes de que comience el nuevo juicio contra Ilich Ramírez Sánchez, el canal de televisión Arte transmitió durante varios días en Francia el largometraje Carlos, una versión novelada de su vida que él ha calificado de “manipulación llena de falsificaciones voluntarias e irrisorias”.

Ícono del terrorismo que azotó a Europa occidental en los setenta y ochenta, Ramírez tiene hoy 62 años de edad y sólo cuenta con un teléfono para comunicarse con el mundo exterior. Conversó con El Nacional a través de dos llamadas que hizo al despacho de su abogada Isabelle Coutant-Peyre: la primera el 27 de octubre, el último día que estuvo en huelga de hambre para protestar por un reciente castigo a régimen de aislamiento; y la segunda al día siguiente, cuando regresó a la rutina regular que mantienen los demás reclusos en la prisión parisiense de La Santé.

Nacido en Caracas el 12 de octubre de 1949, Ramírez conserva el acento venezolano intacto, a pesar de que lleva cuatro décadas sin pisar el país.

—¿Qué asistencia le ha brindado el gobierno del presidente Hugo Chávez?

—Me han saboteado. Se han robado la ayuda que me han enviado de Venezuela, por lo menos dos veces. Es una manera que utilizan los escuálidos disfrazados de rojo para minar al Gobierno. El Presidente está metido en mil vainas en el mundo. Él dice que tiene buena voluntad y da órdenes, pero se limpian el culo con ellas. Con el coronel Gadafi me pasó lo mismo. Como nos falló durante la operación en la OPEP, tenía una deuda eterna conmigo. Hace poco Isabelle (su abogada) comenzó a defender a su familia y supimos que Gadafi envió ayudas que nunca llegaron. Deben ser ministros que se pasaron al bando de los estadounidenses y se robaron el dinero. Lo mismo pasa con Venezuela. Ni siquiera me dan un pasaporte, y eso es culpa del embajador Jesús Arnaldo Pérez.

—¿Y quién se ha robado ese dinero? ¿La embajada?

—El embajador es de la gente que me ha saboteado. Tengo un pasaporte como cualquier otro preso venezolano, que me envió el presidente Rafael Caldera semanas antes de que saliera del poder. Está vencido. Hace diez años que estoy pidiendo un pasaporte y Jesús Arnaldo Pérez no me lo da.

—¿Cuánto dinero le habrían robado?

—No conozco los detalles, pero esto hay que solucionarlo. Que el jefe del Estado, el ministro de Relaciones Exteriores y el ministro del Interior investiguen la situación y tomen las medidas necesarias.

—¿Cómo se enteró?

—A mí me informan desde Venezuela, tengo mucha gente allá.

—¿Y lo denunció en la Embajada de Venezuela en París o ante la Cancillería?
—Claro que sí. Mi gente allá lo ha denunciado al nivel apropiado. Lo estoy haciendo público porque ya basta. No tengo para pagarle a mis abogados, ellos son los que me compran la ropa. A mi madre no le permiten enviarme dinero y solamente mi hermano Lenin y mi cuñada, a través del mercado negro, me pasan plata. Estamos a este nivel por los traidores a nuestra patria. Están esperando que Chávez desaparezca. El Presidente lo sabe. El canciller y el ministro del Interior están informados. Les corresponde a ellos proceder.

—¿El canciller Maduro le ha ayudado?

—No voy a entrar en detalles, pero sí ha tratado de dar pequeñas ayudas hace tiempo. Las declaraciones que ha dado sobre mí siempre son muy solidarias y se lo agradezco. Lamentablemente, se limpian el rabo con la asistencia que él ordena. Después de Chávez el que más trabaja es él. Pero pasan cosas que no comprendo bien. Mi abogada en Venezuela no puede venir porque no tiene dinero. Es una camarada del Partido Comunista, la doctora Milagros Irureta Ortiz. Ella estuvo aquí en el juicio de 1997. Mi abogado libanés tampoco puede venir porque la embajadora de Venezuela en Líbano no recibe un centavo para mi defensa.

—¿Sigue pensando que el presidente Chávez tendrá voluntad de pedir su extradición?

—Existe el mito de Carlos. Yo, el ser humano, el militante revolucionario, el comandante, soy una cosa; el mito es otra. No soy el arcángel Gabriel, ni Dios Todopoderoso. Si regreso a Venezuela mañana no podré corregir muchos errores. Si Chávez tiene dificultades para corregir las desviaciones, no seré yo quien voy a llegar con una varita mágica. Pero la propaganda enemiga dice: “Carlos va a llegar aquí, nos va a denunciar, nos va a matar, va a acabar con nosotros”. Creen que le voy a quitar un puesto de ministro a alguien. Eso son fantasmas, pero es la explicación que me han dado y me parece lógica. Eso es lo que estoy pagando y no sólo no se me defiende, sino que me sabotean.

—¿Alguna vez ha visto a Chávez?

—No. Bueno, sí. Al principio, en una de sus primeras reuniones conspirativas en el apartamento de un camarada, hace muchos años.

—¿Tenían algún amigo en común?

—Amigos, camaradas.

—¿Conoce a algún alto funcionario del Gobierno personalmente?

—Sí, pero no voy a dar nombres. Isabelle se reunió una vez con José Vicente Rangel, pero yo no lo conocí.

—A Luis Miquilena lo conoce bien, ¿no?

—Él estuvo preso con mi papá en el año 1945, en la Cárcel Modelo.

—Chávez ha dicho que usted es un “luchador revolucionario”. ¿Cómo lo definiría a él?

—El Presidente es un heredero de la tradición militar y caudillista de Venezuela, en el sentido noble de la expresión. Es un caudillo nato. El pueblo se identifica con él, no de manera ideológica sino carnal. El problema ahora es que no existe un partido dirigente. Están intentando formar el Partido Socialista Unido de Venezuela y eso es bueno. Soy comunista y mi gente es del PCV, pero también apoyo al PSUV porque no existe un partido dirigente de la revolución. Voy a hacer una crítica personal al Presidente: éste es el único caso en la historia de la humanidad en la que a un caudillo militar que tiene el pueblo a su favor no le gusta la sangre. No se puede hacer una revolución de manera pacífica.

—¿Las armas son necesarias contra quién?

—La gente que ha cometido crímenes violentos contra la revolución venezolana no ha sido tocada.

—¿A quién se refiere?

—Quienes trataron de matar al presidente Chávez fueron los servicios de inteligencia de Estados Unidos y España. No hay una sola persona presa. Es que Dios lo protegió. Hay que reprimir, y no me refiero a la prensa o a los partidos históricos. No se trata de sacar a quien no está de acuerdo. La oposición es indispensable para no caer en derivas soviéticas. Es necesario que la prensa denuncie, porque mi prensa, la socialista, no puede decir todo lo que quisiera. Hay que hablar con la oposición. Yo creo en la democracia, pero no en la de los votos sino en la participativa, que la gente intervenga y critique.

—¿Qué hacen sus hermanos en el PSUV?

—Mis hermanos han descubierto cuestiones de corrupción de nuestro régimen bolivariano extraordinariamente grandes. No voy a entrar a dar detalles y ellos no van a sabotear la revolución, pero la gente que tiene poder debe tomar decisiones, aunque sean dolorosas. No es un problema sólo de corrupción, es de seguridad de Estado.

—¿Y eso no le hace dudar sobre su apoyo a la revolución?

—En todas las revoluciones hay problemas. En Cuba pasa mucho, es la naturaleza humana.

—Chávez puso en una disyuntiva a los comunistas al plantear que se disolvieran y se sumaran al PSUV. Ahora el PCV se resiste a unirse al Gran Polo Patriótico.

—En Venezuela, el Partido Comunista tiene que ser el vigía de la integridad de la revolución para que no haya derivas.
El valor de las víctimas

—Ha subrayado que es el resistente por la causa palestina que ha ejecutado o dirigido la mayor cantidad de ataques.

—Claro que sí, eso lo reconoció Yasser Arafat frente a testigos.

—¿Qué significan para usted las víctimas de esos ataques?

—Fueron ataques contra el enemigo muy bien ejecutados.

—Me refiero a las víctimas civiles.

—Hubo muy pocas. Calculé que no llegaban a 10%. Entre 1.500 y 2.000 muertos, no fueron más de 200 las víctimas civiles.

—¿Pero qué significan esos inocentes para usted?

—Es lamentable. Los civilizados de la OTAN para matar a una persona matan a 100 inocentes. Con los medios que tengo en la cárcel me puse a hacer una cuenta aproximada y los muertos no llegan a 2.000. Menos de 10% de inocentes sufrieron por eso.

—¿Cuántos ataques perpetró usted?

—Con mis manos, unas cuantas decenas.

—¿Cuántas decenas?

—Unas cuantas. Bajo mi coordinación, más de 100.

—En la cárcel ha tenido 17 años para reflexionar sobre su actividad. ¿En qué se equivocó?

—Son errores menores. Cuando tienes a todos los servicios de inteligencia de la OTAN en tu contra es maravilloso poder mantener la resistencia vigente.

—¿Pero entonces usted, de manera personal, cree que no se equivocó en nada?

—Errores uno comete todo el tiempo. El presidente Chávez comete errores y es normal, no es un problema grave. Fidel Castro cometió errores terribles.

—Pero en sus ataques murieron personas.

—Sí, pero Fidel mató más gente que yo.

—Debe saber que Mahmoud Abbas busca apoyo para que la ONU reconozca al Estado palestino.

—El Estado palestino ya está reconocido.

—No por la ONU.

—Está reconocido por la mayoría de los países del mundo y eso es lo importante. A la ONU hay que disolverla.

—¿Cree que se ha agotado el paradigma de la salida violenta al tema palestino?

—Lo que pasa en Libia demuestra que el enemigo sólo conoce la violencia.

—¿Cuál es el futuro del terrorismo?

—El terrorismo existirá mientras los imperialistas tengan una preeminencia mundial. Yo soy enemigo de los terroristas como Estados Unidos e Israel.

—¿Qué haría si saliera de la cárcel?

—Cuando salga me iré a Venezuela a trabajar políticamente, eso es lo que he hecho desde que tengo 14 años. Me iré con el PCV y con el Gobierno. Voy a ayudar y a vigilar.

—¿Por la vía democrática y pacífica?

—Estamos en el poder y las armas son para defenderlo.

Embajador Jesús Arnaldo Pérez: “Es su palabra contra la mía”

 

Jesús Arnaldo Pérez ha estado siete años al frente de la Embajada de Venezuela en París (2000-2002 y 2006-2011), y la extradición de Ilich Ramírez Sánchez siempre ha sido un tema latente en su agenda de intereses como representante del Gobierno venezolano en Francia. Asegura que no hay instrucciones para pedir la repatriación de Carlos, pero no descarta que surja una oportunidad política que impulse el procedimiento.

—¿Alguna vez el Gobierno ha ayudado a Ilich Ramírez?

—Cualquier apoyo que pase por esta Embajada lo hacemos llegar rápidamente, al igual que lo hacemos con todos los presos venezolanos que hay en Francia. Tenemos una pequeña partida de ayuda humanitaria para que los presos envíen sus correos, compren estampillas y tarjetas telefónicas.

—Él lo acusa de impedir que las ayudas del Estado lleguen a sus manos y de sabotear su defensa.

—Es su palabra contra la mía. Desmiento todo lo que dijo.

—¿Y por qué no le han renovado el pasaporte?

—No lo sé. Él tiene derecho a un pasaporte. Revisaré eso con el personal servicio de pasaportes.

—¿Hay voluntad política para pedir su extradición?

—Por los momentos estamos dándole un apoyo humanitario, el respaldo al que tienen derecho todos los venezolanos. Él no es un venezolano especial. La extradición es un tema que no hemos tocado, porque eso implica una serie de conversaciones a muy alto nivel, que son netamente políticas. Este caso necesita un tratamiento prudente. Son conversaciones que pueden darse en un momento dado, pero eso depende de la oportunidad política.

—¿El nuevo juicio no es una oportunidad política?

—Lo que digo es que todo en política es posible. Hay niveles de negociación y hay que mirar la conveniencia. Las instrucciones del canciller son darle el apoyo necesario al compatriota Ilich Ramírez.

—¿Qué participación tendrá la Embajada de Venezuela en el próximo juicio en su contra?

—Él ya tiene sus abogados, pero estamos pendientes de cómo se desarrolla el proceso. Hay una persona que lo visita periódicamente. Yo fui a verlo hace dos años.

—¿El presidente Chávez está al tanto de su situación?

—Claro, esa información se la envío al canciller. Su familia está movilizándose por su caso. Yo cumplo con mi deber y no puedo hacer más de lo que indican las instrucciones que tengo.